La hiperhidrosis es una condición médica que puede observarse hasta en el 3% de la población, la cual consiste en padecer sudoración exagerada (hiper=excesiva / hidrosis = sudoración). Si bien sudar es un mecanismo fisiológico del cuerpo, el cual es necesario para regular la temperatura y así prevenir un sobrecalentamiento (sudar enfría el cuerpo), las personas que padecen de hiperhidrosis sudan cuando el cuerpo no requiere enfriarse, lo que llega a interferir con sus actividades diarias (saludar a las personas, usar computadoras, celulares, etc.) causando también, cuando la sintomatología es muy intensa, ansiedad y alteración en los aspectos más básicos de la vida del paciente como lo son: afectación de la autoestima, interferencia en las relaciones personales, aislamiento, etc.
La hiperhidrosis puede ser primaria o idiopática (es decir cuando no se ha detectado algún trastorno o alteración que la esté condicionando) o bien, secundaria a enfermedades o condiciones médicas tales como hipertiroidismo, menopausia, diabetes (las cuales deberán descartarse), por otro lado, es posible que ciertos alimentos o medicamentos también puedan relacionarse a una sudoración excesiva, aunque en la mayoria de los casos no se logra detectar una causa.
Las zonas más frecuentemente afectadas por la hiperhidrosis suelen ser: palmas, axilas, plantas, cabeza y la presentación clínica puede ir de una a varias áreas afectadas.
Para el manejo de este padecimiento es posible hacer uso de un amplio arsenal de tratamientos, dependiendo de la gravedad o intensidad del caso. Entre los más usados encontramos los anti-transpirantes, algunos medicamentos vía oral (aunque no son recomendados para uso prolongado debido a sus efectos secundarios), toxina botulínica e intervenciones quirúrgicas.
La toxina botulínica es útil en problemas de hiperhidrosis, ya que bloquea la producción de un químico en el cuerpo, el cual estimula a las glándulas sudoríparas a trabajar de manera excesiva, brindando resultados duraderos.
Si bien el Dermatólogo tratante deberá sugerir y personalizar el tratamiento de acuerdo al grado de afectación e intensidad de los síntomas, así como a las necesidades de los pacientes, la toxina botulínica es una opción de manejo muy atractiva ya que sólo requiere una aplicación cada 8 meses a un año (inyecciones en la zona interesada a tratar) y los resultados se observan de manera rápida (5 a 10 días), además de contar con la ventaja de ser un tratamiento con pocos efectos adversos o riesgos a la hora de su aplicación, tras la cual el paciente puede reanudar sus actividades cotidianas sin ningún problema.
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Redacción Dermalomas
Equipo de doctores investigadores especialistas en dermatología con una amplia experiencia y una probada trayectoria.