Dentro del tratamiento para el acné existe una gama muy amplia según su severidad. Abarca desde el uso diario de soluciones/cremas/geles astringentes o antibióticas que ayudan a evitar la inflamación, infección y formación de más granitos, hasta tratamientos tomados que ayudan a controlar la inflamación y producción de grasa por parte de la glándula sebácea de forma más duradera.
En caso de acné leve a moderado, es decir con pocas lesiones inflamatorias, los tratamientos tópicos o aplicados sobre la piel incluyen sustancias astringentes que evitan la formación de granitos como resorcina, azufre, ácido láctico, ácido salicílico y antibióticos como clindamicina al 1%, eritromicina al 4% o peróxido de benzoilo.
Cuando el acné se encuentra activo existen otros tratamientos aplicados como mascarillas con azufre, lámparas con luz roja o azul para desinflamar y erradicar la presencia de bacterias que producen acné. Se recomienda la limpieza facial mediante hidratación y extracción de impurezas por lo menos una vez al mes, así como uso diario de jabón para aseo de cara durante la mañana y noche.
Para el acné moderado que ya no responde a cremas, o severo con lesiones muy dolorosas en cara, pecho o espalda, se recomienda el tratamiento vía oral, ya sea con antibióticos orales como las tetraciclinas, doxiciclina, minociclina o limecilcina, o con un derivado de la vitamina A conocido como isotretinoína. Estos ayudan a controlar la inflamación de una forma sistémica. La isotretinoína ayuda a que la glándula sebácea deje de producir grasa por mucho tiempo, evitando brotes de acné a largo plazo.
En caso de cicatrices, se recomiendan tratamientos con equipos láser más avanzados como el láser de colorante pulsado y el láser CO2.
Busca algunos de nuestros servicios, tecnologías, instalaciones o más.
Redacción Dermalomas
Equipo de doctores investigadores especialistas en dermatología con una amplia experiencia y una probada trayectoria.